Sons – Sweet Boy (2022)

Me propuse a principios de año no darle más bola al post punk y centrarme en otros sonidos más originales, pero excepciones como las de Yard Act y Sons merecen saltarse la norma.

Además, el segundo disco del cuarteto de Melsele (cerca de Amberes) no es estrictamente de post punk. Sí que es cierto que algunos temas pueden recordar a bandas como Idles o Joy Division, pero es tan solo una de sus influencias. En su música encontramos trazas de psicodelia, garaje, kraut, noise, punk y metal que también os podrán recordar a King Gizzard & The Lizard Wizard. Nada extraño si tenemos en cuenta la producción de Michael Badger, que ha trabajado un buen puñado de veces con los australianos.

Otra de las razones para escribir esta reseña es precisamente la falta de información sobre el grupo. Me niego a que un disco tan fresco y con tanta energía pase desapercibido. Solo hace falta ver su actuación en el Iceland Airwaves de hace tres años para darse cuenta del calibre del directo de la banda. Desde que formaron la banda en 2016, estos viejos amigos solo han hecho que crecer, ganando el premio Nieuwe Lichting dos años después, abriendo el escenario grande del Werchter y tocando en infinidad de festivales. Sons ya no son unos niños, se han curtido en los escenarios y en «Sweet boy» se plantean su futuro. ¿A partir de ahora qué? Pues yo digo… Si todos sus discos suenan así de bien, el cielo es el límite.

Los belgas hacen cosas, de todos los estilos y cada vez mejor. De Deus a Amenra pasando por Selah Sue o Brutus, un país que está reivindicando su calidad en Europa a base de discazos.